8 de mayo de 2015

Roses are red, Violets are blue, Sugar is sweet, And so are you.

Lo que sigue lo empecé a escribir hace algunos meses

... escribo mucho, también está lo que pienso que voy a escribir, porque en ese momento estoy haciendo otra cosa, y claro, no tengo tiempo de escribir.

Hablaba con una muy amiga de la muerte, no abstracta, sino que murió su mamá hace muy poco, también mi médico de toda la vida, y mi mejor amiga de los últimos años del colegio primario, todas esas personas se murieron en las últimas semanas.
Fue el primer aniversario de la muerte de mi abuela, y hubiera sido el cumpleaños de mi papá.

Quiero que termine el año, disfrutar en familia de unas semanas de vacaciones, en unos días se cumplen 6 años de que vivimos acá, ya no me parece que fue ayer, ya no me puedo imaginar mi vida como era, se cumplen también 6 años de que nos enteramos que papá estaba enfermo, y es esa época del año en que todo lo lindo se cruza irremediablemente con lo que ya no está.

Vengo acarreando esta tristeza montaña abajo y arriba, mido, y hago croquis de las terrazas, vuelvo a medir y trato de calcular los aspersores para el riego, hay que cambiar el tanque de agua, que en alguna helada sumado a una mala instalación se rajó, y hay algún problema en la base de la estructura del tanque, mientras sigo yendo y viniendo, corriendo los regadores, peleándome con el perro que adora comerse mis plantas, entrando y sacando bicicletas, porque andan en la calle en la puerta de casa, hacemos licuados, y regando, regando la tristeza se va lavando, miro las cerezas todavía verdes crecer, las abejas como locas revoloteando sobre las frambuesas, los saucos que están florenciendo, y las rosas... tenemos rosas rosas y blancas, grandes y otras tipo arbusto, que dan flores más chiquitas pero menos perfumadas, pero a mí las rosas me gustan rojas, de cualquier rojo, pero que sean rojas, y bien perfumadas, de esas no tengo, y de esas quiero llenar mi jardín.


Ahora hijo y la calculadora, le piden para el cole una calculadora científica, me acuerdo que en alguna caja estaba la que usé en la facu, y la encuentro (increíble). No prendía, fuimos a una librería a ver precios, él estaba seguro de que no iba a funcionar y quería comprar una nueva, hasta pensaba usar su plata para ello, desistió cuando vió que las nuevas son iguales, así que fuimos a buscar pilas, en el túnel del tiempo encontramos un relojero con monóculo, que la limpió con cepillos y líquidos, y les fue explicando lo que hacía, ellos curiosos como son, no pararon de preguntar cosas, finalmente le cambió las pilas y funciona, la sorpresa fue proporcional a la alegría, el relojero también se hizo la tarde.